

La muerte es una sola, la locura el lado vivo de la muerte.
Una trinidad de insensatos:
Jesús, o el loco de las venas cortadas.
Eva, la mujer joven perdida para siempre.
Adán, el dueño de todos los excesos.
Atascados en medio de una guerra crónica.
Los tres. Encerrados en el mismo pabellón de suicidas.
Y una madrugada, una ventana entreabierta:
una posible vía de escape. La partida del dolor, la fuga.
La oportunidad de reconquistar violentamente su libertad.
¿Sobrevivir para que el ejército enemigo
les abra la carne como a bestias,
o dejar que su sangre tibia los limpie de vida?
Cuando la libertad consiste en decidir
el momento y el modo de partir;
cuando la vida se reduce a morir dignamente,
¿dónde quedan la voluntad, la fe, la cordura?